Adolf Frohner nació en Groß-Inzersdorf, en 1934. Asistió simultáneamente a la Fachschule für Wirtschaftswerbung (Academia de Publicidad Comercial) y a la Academia de Bellas Artes de Viena (1954– 1958), en esta última como estudiante invitado bajo la dirección de Herbert Boeckl. Sus primeras obras de exploración, notablemente alejadas de su formación académica, reflejan la influencia de figuras fundamentales del modernismo europeo, como Paul Cézanne, Pablo Picasso, Juan Gris, Fernand Léger, Oskar Schlemmer y Paul Klee. Sin embargo, la atracción por el ámbito académico llevó al pintor a realizar una exitosa carrera en la Universidad de Artes Aplicadas de Viena. Fue miembro del Patronato de Arte de la ORF (servicio público de radiodifusión austriaco) entre 1976 y 1980, y posteriormente fue nombrado miembro emérito de la Junta de Gobierno del Instituto de Bellas Artes de la Universidad de Artes Aplicadas, donde impartió clases magistrales de pintura hasta 2005.
En 1961, aprovechando una beca de la UNESCO, Frohner viajó a París, donde frecuentó a los intelectuales vinculados al movimiento Nouveaux Réalistes y su principal representante, Pierre Restany. Un año más tarde, Frohner, animado por una necesidad de novedad a través de la transgresión, se encerró con sus colegas Muehl y Nitsch en un estudio ubicado en un sótano de la Perinetgasse de Viena durante tres días. Este tortuoso acontecimiento -y los diversos manifiestos que lo acompañaron poco después- se percibe como el nacimiento del accionismo vienés, un movimiento efímero guiado por el rechazo de los medios de creación convencionales. La transgresión y la violencia se convirtieron en componentes clave de esta iniciativa, y en el origen de numerosas polémicas y críticas, incluso en aquella época.
Obras posteriores -durante su segunda estancia parisina, trabajando en el estudio de Daniel Spoerri- dan testimonio de un cambio realista en cuanto a temática y enfoque, en el que la pintura sobre tabla propicia una la representación más figurativa de personajes femeninos. La energía gestual del artista aún se expresa libremente, pero los resultados se acercan más a la pintura de acción estadounidense del siglo XX que a la técnica más enfocada en el rendimiento, predominante en del accionismo vienés.
Varias instituciones y personalidades culturales otorgaron a Frohner una bien ganada visibilidad. En 1967, por ejemplo, el pintor austriaco representó a su país junto a figuras como Walter Pichler y Richard Kriesche en la Bienal de Venecia, gracias a la invitación de Werner Hofmann, director en aquel entonces del Museo moderner Kunst Stiftung Ludwig Wien (mumok). La Bienal de Sao Paulo de 1969 propició el verdadero despegue internacional de Frohner. La Künstlerhaus de Viena dedicó una retrospectiva al artista en 1993. La ciudad de Krems fue un paso más allá al dedicarle un museo permanente, pero Frohner falleció antes de poder ver la institución construida.
Frohner también recibió encargos públicos a lo largo de su carrera, más concretamente, respecto a la creación de murales: en 1976, para el Centro Internacional de Viena (coloquialmente conocido como «UNO City»), y en 1995 para el aeropuerto de Viena Schwechat.
Adolf Frohner falleció en 2007. En 2009 se creó una fundación en su nombre, en la que se reagruparon 25 de las obras más destacadas del artista, así como una gran cantidad de documentación privada, y que la fundación procura poner a disposición del público en general.
