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Tiong ANG


(1961)

Tiong Ang nació en Surabaya, Indonesia, en 1961, pero fue educado en los Países Bajos donde ha vivido y ejercido casi toda su vida. Ang estudió en la Gerrit Rietveld Academie (de la que se graduó en 1986) y en la Rijksakademie van Beeldende Kunsten (Academia Estatal de Bellas Artes) de Ámsterdam (donde se graduó en 1990). Al principio, su práctica se basaba fundamentalmente en la pintura y se centraba en los conceptos de vista y visión en sus definiciones más amplias posibles. Las primeras obras consistieron en retratos de personas que experimentaban una u otra forma de falta de visión: cirugía ocular forzada, examen post mortem, ceguera. La mayoría de las ilustraciones se estructuraban como libros abiertos, con un pliegue perceptible en el medio, añadiendo materialidad y textura a su «lectura». A pesar de su imaginario sombrío, las pinturas evitan ser macabras o impactantes, pecando en cambio de profesar un misterio inquietante.

El uso de diversas formas de velo también es recurrente en la obra inicial de Ang. Esta capa transparente añadida ralentiza la mirada del espectador, protege la imagen, centra su percepción. Nuestra atención es manipulada para agudizarse.

Los ojos, las ventanas al alma, son un símbolo de la vista en el sentido de la percepción, la visión formativa del mundo que nos rodea. La idea de ser ciego muta progresivamente desde su inclusión literal a encarnaciones más sutiles, en particular la sobresaturación de medios. Con esta transición, Ang aborda inquietudes menos personales y más sociales sobre la visión, objetiva y subjetiva, individual y plural. Este cambio temático va acompañado de una evolución técnica. La fotografía, el vídeo, la instalación y la performance se añaden al repertorio del artista, haciéndose eco de la idea de la sobreestimulación. Su práctica en estos medios se centra en las consecuencias sociales, emocionales y existenciales, y en la negociación de la dislocación, las identidades dispares y la dispersión de las imágenes.

El impacto de los medios masivos y digitales en las perspectivas individuales y la memoria colectiva son temas recurrentes, al igual que las ansiedades que evocan la movilidad y la globalización. El hilo conductor de la obra es el conflicto entre la objetividad distante y la subjetividad comprometida; demuestra cómo los medios universales no solo afectan a nuestras percepciones de lugares y sucesos, sino que también conforman nuestro concepto de realidad. Las perspectivas cambian, evolucionan y se invierten, el director se convierte en un voyeur, el observador se convierte en un participante, los roles se desempeñan y el juego de roles se manufactura en una constante reordenación de lo real.

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