Angus Fairhurst nació en Kent en 1966. El artista se graduó en el Canterbury Art College (1985-1986) y en el Goldsmiths College (1989) (donde conoció a su colega y gran amigo Damien Hirst). Fairhurst se caracteriza por un humor claramente absurdo, su versatilidad técnica y un gusto particular por las esculturas de gorilas.
A pesar de ser tan discreto que llegaron a calificarle de «olvidado» y de ser una figura del inicialmente antagónico movimiento de Jóvenes Artistas Británicos (YBA), fue una voz influyente del arte contemporáneo, junto a sus amigos íntimos y frecuentes colaboradores, como el ya mencionado Hirst, y otros como Sarah Lucas, Gary Hume, Julian Opie y Tracy Emin. Tan atrevida como irreverente, esta generación rindió homenaje, sin embargo, a los pioneros del ayer, como Martin Craig-Martin o Francis Bacon.
En 1988, poco antes de graduarse, Fairhurst organizó una exposición de obras de estudiantes. Hoy es considerada como la precursora de la exposición «Freeze» del grupo YBA que tuvo lugar unos meses después y en la que Fairhurst volvió a participar. El interés nacional e internacional no se hizo esperar.
Un poco al margen de los focos, Fairhurst desarrolló una lengua vernácula única y consistente, utilizando la comedia y formas de distorsión para atraer al espectador. Se permite ser crítico (con la sociedad, la política y el consumismo) sin llegar al punto de sermonear. Mediante la figura del gorila, Fairhurst quizás se personifica —o al menos se cuestiona— a sí mismo. El contraste entre este poderoso animal y su complexión débil siempre divirtió al artista. Su repertorio técnico, que inicialmente consistía en pintura y escultura, fue creciendo hasta incluir el vídeo, la fotografía y las representaciones conceptuales.
Fairhurst se quitó la vida trágicamente en 2008, el día de la clausura de su tercera exposición individual en la galería de Londres Sadie Coles HQ, tras un viaje de diez horas en tren a Bridge of Orchy (Escocia). La muerte era un tema recurrente en el catálogo de tropos del YBA, desde el uso de cadáveres de Hirst hasta los claustrofóbicos espacios de Whiteread. La generación quedó consternada por el fallecimiento de su compañero y los críticos tienden a pensar que el suicidio de Fairhurst puso fin a la era «despreocupada» del YBA.
