Antonio Máro, cuyo verdadero nombre era Apolo Ramírez Zapata, nació en Catacaos (Piura, en el norte de Perú) en 1928. Atraído por el arte desde muy joven, empezó a pintar de pequeño. Su primer maestro oficial fue Ricardo Grau (1907-1970), pintor expresionista belga y, a la sazón, director de la Academia de Arte de Lima. A pesar de su prometedor talento, el joven Máro dejó de lado el arte por la carrera de medicina, que concluiría en Alemania en 1950. Ginecólogo diplomado, siguió pintando en su tiempo libre y acabó matriculándose en la Academia Estatal de Bellas Artes de Stuttgart con Willi Baumeister. A finales de los años sesenta, abandonó la profesión médica para dedicarse exclusivamente al arte y adoptó el nombre artístico de Antonio Máro.
La obra de Máro tiene sus raíces en el arte y la cultura precolombinos de su Perú natal, un legado cultural que combina con la cultura europea. Además de la pintura, también se dedica a producir grabados y litografías, así como esculturas elaboradas con madera, acero inoxidable, bronce, cerámica y vidrio. Más que la espiritualidad, son la sensualidad y el contacto con la naturaleza los que han dejado su huella en collages cromáticos superpuestos, una técnica que se caracteriza por una relación muy fuerte con el material. A partir de 1980, Máro abandonó la imbricación de formas que recuerda a Eduardo Chillida y concentró su trabajo en la estratificación tectónica. Es al principio de la sensualidad del material, y no al simbolismo de los colores, al que obedecen los registros cromáticos de estas obras experimentales e indóciles.
Máro irrumpió definitivamente en la escena internacional en los años ochenta con su propio pabellón en la Bienal de São Paulo y la Bienal de Venecia. Le siguieron otras invitaciones a importantes exposiciones individuales y colectivas nacionales e internacionales en galerías y museos de renombre, como en Viena (1996), Pekín y Yakarta (1998), Nueva York y Washington D. C. (1990, 1996 y 1999), Luxemburgo (2001) y varios países latinoamericanos. Entre 2015 y 2017, con casi noventa años, Máro recibió un importante encargo para pintar un cuadro para cada habitación y cada planta del Hotel Fontenay de Hamburgo, lo que supuso un total de varios cientos de obras individuales.
Máro vive y trabaja en Hauset (Bélgica) desde 1981.