Carey Clarke nació en Donegal en 1936. Como estudiante del más alto nivel del arte europeo, Clarke viajó desde el St Andrew’s College de Dublín hasta el National College of Art and Design (1954-1959), ampliando su formación en la Escuela Internacional de Verano de Bellas Artes de Salzburgo (1969), en Florencia (1976-1977) y en la Slade School of Fine Art de Londres (1991).
Sus conocimientos y habilidades acumuladas lo guiaron naturalmente hacia la enseñanza. Disfrutó de una larga carrera en el National College of Art and Design desde 1959 hasta 1995 (su puesto a tiempo completo comenzó en 1968). Sin embargo, esta respetable permanencia en el cargo no estuvo exenta de dificultades. De hecho, los estudiantes hambrientos de novedades pusieron rápidamente en tela de juicio sus inclinaciones clásicas, argumentando que tales tendencias sofocaban la novedad y la libertad de expresión. En torno a la figura y el arte de Clarke se generó un verdadero abismo de oposición entre la tradición y la vanguardia, lo que convirtió a su cargo y su función en tareas de enorme complejidad.
A pesar de las críticas, se mantuvo en sus posiciones, y en concreto, en el National College of Art and Design, donde siguió promoviendo un enfoque más tradicional del dibujo y la pintura observacionales y continuó influyendo en más personalidades de la siguiente generación amantes de la tradición, como Mick O’Dea, Joe Dunne, Maeve McCarthy y James Hanley.
Artísticamente, a Clarke se le reconoce por sus paisajes, interiores y bodegones, pero también se trata de un retratista consumado que ha captado en sus obras a numerosos políticos, académicos y otras figuras notables de su época. La fluidez del artista, un técnico cualificado, con la pintura al óleo, la témpera y la acuarela explica en parte su etiqueta académica y tradicionalista.
Alabado y reconocido tanto por la crítica como por otros artistas, Clarke es un nombre fundamental de la pintura tradicional en Irlanda.
