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Jan BEEKMAN


(1929)

Jan Beekman nació en Meise, a las afueras de Bruselas, en 1929. Graduado de la Académie Royale des Beaux-Arts de Bruselas, como muchos de sus contemporáneos belgas, el artista dedicó inicialmente su tiempo y sus esfuerzos al activismo político. Rápidamente, sin embargo, el impulso de crear devino irresistible. A finales de la década de 1950, Beekman comenzó a ejercer como escenógrafo independiente. Su primer empleo lo obtuvo en la sección de arte dramático de la Televisión Nacional Belga, la BRT. Poco después, inició una serie de notables colaboraciones con grandes teatros tanto de Bruselas como de Flandes, como el Koninklijke Vlaamse Schouwburg y el Beursschouwburg, ambos en Bruselas, y el Arcateater, con sede en Gante, y el Nationaal Theater Gent.

Sin embargo, a pesar de su dedicación y el respeto por su oficio, Beekman no podía evitar percibir esta actividad como una ocupación a tiempo completo que obstaculizaba su carrera artística y su deseo de crear. En el decenio de 1960 ya había expuesto sus obras, fundamentalmente en la Galerie Zodiaque de Bruselas y en varias muestras del grupo constructivista flamenco G-58. En la década de 1970, Beekman tomó la difícil decisión de cesar en su actividad profesional con el fin de concentrarse en la enseñanza y, lo que es más importante, en la práctica de la pintura. El artista exportó con celeridad su talento para la pintura y el dibujo a países vecinos como los Países Bajos, Alemania e Inglaterra. Este primer corpus es decididamente abstracto y está marcado por una paleta de colores más oscuros. Un énfasis característico en el espacio y la luz en muchas de sus composiciones apunta directamente a su experiencia previa como escenógrafo.

A pesar de ser muy consciente de las tendencias contemporáneas, gracias a la riqueza de su bagaje y su experiencia formativa personal, Beekman se mantuvo alejado de tales tendencias para perfeccionar su propio lenguaje. La naturaleza ocupa un lugar esencial en su corpus, pero más como sentimiento abstracto que como motivo figurativo. A través del ritmo, el espacio, la dinámica, la musicalidad, la geometría, los patrones y el color, Beekman explora la naturaleza de una manera íntima que permite una gran coherencia temática, propiciando al mismo tiempo una evolución formal radical.

A mediados de la década de 1980 se produjo un giro decisivo en la carrera del pintor belga: su traslado a los Estados Unidos. Allí pintó el que podría considerarse como su cuadro más famoso: el retrato de Nelson Mandela (1990). Con esta sobria inmortalización, cuya culminación llevó tres años, pretendió captar el momento de la salida a la luz de Mandela tras 27 años de encarcelamiento. Después de residir en Chicago durante un tiempo, el apetito de Beekman por la naturaleza lo llevó en 1997 hacia el este, a la zona rural de Connecticut, donde se instaló en un lugar rodeado de bosques.

La discreta voz sociopolítica presente en la obra de Beekman ha ganado en volumen con el tiempo. El retrato de Mandela tal vez constituyó un cambio en ese sentido. Recientemente, su amor por la naturaleza le ha llevado a denunciar abiertamente la negación del calentamiento global y el cambio climático, y en una exposición organizada por la Fundación Beekman y realizada en esta institución se criticó duramente a Donald Trump y sus políticas presidenciales.

Jan Beekman reside y trabaja actualmente en Connecticut.

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