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Jannis KOUNELLIS


(1936 - 2017)

Jannis Kounellis nació en El Pireo (Grecia) en 1936. Hijo de un ingeniero naval griego, Kounellis destacó sobre todo fuera de su país de origen. Con solo veinte años, tras un breve período en la Escuela de Bellas Artes de Atenas, viajó a Roma para estudiar en la Academia Nacional de San Luca con Toti Scialoja, a quien debe su conocimiento del expresionismo y el informalismo abstracto y su filiación estilística con estos dos pilares fundamentales de su carrera.

En 1960 tuvo lugar su primera exposición individual, organizada en la Galleria La Tartaruga de Roma. Ya se apreciaba un cambio entre las enseñanzas que se habían transmitido al artista y lo que, con el tiempo, este acabaría adoptando. A través de signos tipográficos sobre fondos claros, salió a la luz una urgencia de comunicación y sentimiento colectivo.

Tal vez sea esta determinación comunitaria la que explique por qué, en torno a 1967, Kounellis decidió, progresivamente, adoptar el arte povera y dejarse abrazar por él. Hasta el punto de que, en 1967, fue invitado por Germano Celant a la exposición inaugural del movimiento en la Galleria La Bertesca de Génova. El prodigioso uso de materiales minerales por parte de Kounellis, que implicaba una relación casi espiritual con la naturaleza, recordaban su origen y su formación helenísticos. De una exposición a otra, sus instalaciones artísticas eran cada vez más densas y repletas de obras de arte, formas geométricas, materiales e incluso animales vivos, a menudo caballos. Buscando que el espectador fuera el protagonista de un espacio vivo y palpitante, Kounellis se atrevió a explorar la performance,

un entusiasmo que, sin embargo, resultó efímero. Las limitaciones del potencial innovador del arte povera se manifestaron con amargura en los años setenta, cuando las grandes piedras inamovibles y las puertas cerradas adquirieron un papel simbólico. La oscuridad sería un elemento cada vez más importante de sus instalaciones artísticas. Las criaturas vivas dejaron paso a los animales muertos y disecados, o a fragmentos meramente descuartizados, como ocurrió en Barcelona en 1989, donde expuso en las paredes de la galería una vaca recién sacrificada.

Enredado en sus propias frustraciones y en su desilusión nihilista, Kounellis siguió invitando al espectador a entrar en espacios laberínticos y habitados, en los que el optimismo resurgía en su obra de forma muy ocasional, pero poética.

Entre las exposiciones recientes más notables cabe destacar las realizadas en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Saint-Étienne y la Galerie Lelong de París (2014); el Museo Kurhaus de Kleve, Alemania (2012); Klein – Kounellis – Feu / contre-feu, Galerie Lelong, París (2011); la Fundación Marcelino Botín, España (2010); HEART, el Museo de Arte Contemporáneo de Herning, Dinamarca (2009); Domaine de Chaumont-sur-Loire (2009); Matadero Madrid (2009); la Fundación Arnaldo Pomodoro, Milán (2007); Hôtel des Arts, Toulon (2005); el Museo Nacional de Arte Contemporáneo, Atenas (2003); Ars Aevi Forum, Sarajevo, Bosnia y Herzegovina (2003); y Palais de l’Unesco, París (2002).

Kounellis falleció en 2017.

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