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Luigi ONTANI


(1943)

Luigi Ontani nació en Vergato (Bolonia) en 1943. Aunque se formó en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, podría decirse que su servicio militar, que realizó en Turín entre 1963 y 1964, fue una experiencia artística más formativa. Ontani aprovechó su estancia en la ciudad para visitar museos y galerías de vanguardia, echando raíces en una red cultural de galeristas y artistas emergentes. En ese período también leyó mucho, sobre todo a Apollinaire y Pirandello, autores que influirían de forma duradera en su transgresor planteamiento del arte y la creatividad.

Tras esta singular formación, en 1965 Ontani regresó a Vergato, donde continuó formándose a sí mismo y experimentando con diferentes técnicas y materiales, y también asistía a una clase abierta de dibujo al natural en la Academia de Bellas Artes. Fue durante ese período cuando empezó a trabajar en sus Oggetti pleonastici, que celebraban la inutilidad de los objetos transformándolos en talismanes y otros elementos de poder que se llevaban y se disponían en el cuerpo del artista o en árboles. Indirectamente, el tema era siempre el propio artista, a través del prisma de temas mitológicos, literarios y populares. La escala de su obra oscilaba entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. Su trabajo fotográfico prepararía el terreno para las pinturas vivas —grandes instalaciones artísticas en las que el artista era el sujeto y el protagonista, retratado de múltiples maneras—, que son la obra por la que más se le conoce actualmente.

En 1970 Ontani se trasladó a Roma, donde, directamente influenciado e inspirado por su nuevo entorno, amplió sus horizontes y exploró nuevas formas expresivas afines a las primeras performances y al arte conceptual. Comenzó a despertar el interés y el éxito en el escenario mundial. Por ejemplo, en 1977 expuso sus obras en Nueva York por primera vez, en la prestigiosa Sonnabend Gallery. La atracción creativa de las influencias orientales también se hizo cada vez más frecuente, una relación estética a la que contribuyó en gran medida un viaje formativo a la India en 1974, un momento decisivo en su carrera. En 1982 Ontani participó en la exposición fundamental Italian Art Now: An American Perspective, en el Museo Guggenheim de Nueva York, junto a sus colegas italianos Sandro Chia, Enzo Cucchi, Gilberto Zorio, Giuseppe Penone, Nino Longobardi y Vettor Pisani.

En los años ochenta, impulsado por un espíritu de descubrimiento y creatividad, el estilo de Ontani se orientó hacia inspiraciones cada vez más surrealistas y oníricas, combinadas con habilidad técnica. El artista produjo una gran variedad de obras en materiales que buscaban el contraste, una serie de pinturas que representaban figuras esbeltas de inspiración mítica que coexistían con objetos de papel maché, madera, porcelana y vidrio.

Décadas después de su aparición, Ontani sigue siendo difícil de clasificar. El hombre, que se ha descrito a sí mismo en diversas ocasiones como un ángel infiel, como andrógino y efímero, hermafrodita y Sagitario, no contribuye a eliminar la confusión. Maestro de la metamorfosis, ha sido todos y ninguno, apropiándose de los rasgos de Leonardo, Dante, Krishna, San Sebastián e incluso Pinocho. Su obra es una réplica de la historia humana y artística a través de la constante transformación de la imagen y del yo.

Ontani ha participado en varias ediciones de las Bienales de Venecia, Sídney y Lyon. Recientemente se le han dedicado cuatro grandes retrospectivas en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York (2001), el Museo Municipal de Arte Contemporáneo (SMAK) de Gante (2003-2004), el Museo de Arte Moderno (MAMbo) de Bolonia (2008) y la Academia Nacional de San Luca de Roma (2017), de la que recibió el Premio Presidente de la República en 2015.

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