Nanna Hertoft nació en Frederiksberg en 1936. Procedente de una familia de orientación artística (sus padres son los artistas Henry y Mille Heerup), creció en un ambiente enriquecedor que estimuló su interés natural por las formas artísticas de expresión. Esto le permitió aprender numerosas lecciones importantes. Adquirió conocimientos técnicos de primera mano y tuvo acceso a materiales y herramientas de calidad, pero, al mismo tiempo, experimentó las dificultades económicas y la precariedad que suele ser inevitable cuando se optar por esta actividad profesional y este estilo de vida. Esto hizo que Hertoft fuera muy consciente de los desafíos implícitos, y claramente influyó en su trayectoria artística personal. En este ambiente, en cualquier caso privilegiado y enriquecedor, coincidió con algunos de los nombres esenciales del movimiento danés Cobra, como Egill Jacobsen, Asger Jorn, Sonja Ferlov Mancoba, Else Alfelt y Carl-Henning Pedersen.
A pesar del conocimiento y el aprecio que tenía por el arte de su padre, y a diferencia de su hermano Ole Heerup que desarrolló ulteriormente su legado paterno, Nanna Hertoft siguió los pasos de su madre, apostando por los tapices ilustrados. En concreto, adoptó la controvertida pero singular técnica de su madre, apartada del enfoque tradicional. Las ventajas de trabajar de esta manera libre consisten en que los motivos, formas y paisajes son enteramente intuitivos, improvisados, naturales, orgánicos y por tanto representativos de su tejido. Su estilo personal se dio a conocer en la Exposición de Otoño de los Artistas de 1960. Desde entonces, Hertoft ha desarrollado su propia abstracción lírica, expandiéndose a grandes formatos independientes que pueden percibirse, si se muestran juntos, como fragmentos de un conjunto coherente mayor.
Visual y técnicamente, Hertoft se ha mantenido fiel a su entorno, utilizando colores típicos de la paleta nórdica, todos ellos obtenidos de manera natural de plantas locales, y utilizados para teñir materiales como la lana, el algodón o el lino. Deseosa de promover su cultura y convertirla en foco de atención, se unió a los «Coloristas» en 1972, una asociación que le abrió muchas puertas. En 1989 se convirtió en presidenta de la asociación, y aprovechó esta oportunidad para crear una dinámica positiva a través de colaboraciones, exposiciones y publicaciones. Su conocimiento de la infraestructura cultural de Dinamarca, sus oportunidades financieras (fundaciones y subvenciones) y su amplia red en los países nórdicos han sido cruciales para su éxito.
El doble compromiso de Nanna Hertoft como artista textil y visual la ha llevado a ocupar varios puestos de confianza, en diversos comités, el Consejo de Artesanía de Dinamarca 1978-1984, la Comisión de las Artes y los Oficios de la Statens Kunstfond (Fundación de las Artes Danesas) 1981-1983, el Consejo de la Academia 1990-1994 y, desde 1996, el Consejo de Representantes de la Statens Kunstfond. Ha recibido varias becas y distinciones, como la Medalla Eckersberg en 1987, la beca de viajes Tagea Brandt en 1991 y la beca Anne Marie Telmányis en 1995.
