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Pietro CONSAGRA


(1920 - 2005)

Pietro Consagra nació en 1920 en Mazara del Vallo, una pequeña ciudad de la provincia siciliana de Trapani. Defensor de la escultura, se abrió camino de forma deliberada (y a veces controvertida) entre los numerosos cambios que tuvieron lugar en el siglo XX. Tras formarse inicialmente como marinero en 1931, trabajó de mecánico y más tarde llegó a ser capitán. En 1938 se trasladó a Palermo. Allí se despertó su interés artístico cuando se matriculó en la escuela de arte, donde, tras luchar contra la tuberculosis, se graduó en 1941. El futuro escultor se matriculó inmediatamente en la Academia de Bellas Artes de Palermo, donde amplió su formación con Archimede Campini.

Tras su graduación en la academia en 1944, se trasladó a la recién liberada Roma, donde permaneció dos años. Tomó cursos complementarios de escultura en la Academia de Bellas Artes y se introdujo en los círculos intelectuales de la mano de los artistas sicilianos Concetto Maugeri y Renato Guttuso. Finalmente, abandonó la academia para viajar a París en 1946. Inspirado por el constante estímulo estético que ofrecía la capital francesa, Consagra volvió a Roma con renovado vigor. Su afán de lograr avances innovadores se materializó en un manifiesto publicado en el primer número de la revista Forma en 1947. Junto con sus colegas Carla Accardi, Ugo Attardi, Pietro Dorazio, Mino Guerrini, Achille Perilli, Antonio Sanfilippo y Giulio Turcato, participó en la creación del grupo Forma I, que pretendía posicionarse como «formalista y marxista» y promover el «abstraccionismo» por encima de las iniciativas distorsionadoras latentes de los pioneros abstractos. La teorización literaria de Consagra no se detuvo ahí. El grupo organizó su primera exposición en el año de su creación en la Galería del Art Club de Roma. En 1952 Consagra escribió un panfleto polémico titulado «La necesidad de la cultura», que refutaba con vehemencia la obra de Arturo Martini de 1945 «La escultura: una lengua muerta». En los años sesenta, creó el grupo Continuità, refundado a partir de Forma I.

Aunque, en el plano artístico, Consagra destacó al combinar la planitud pictórica con la espacialidad escultórica en «bifrontales» durante los años ochenta, el reconocimiento llegó mucho antes. Ya en la década de los cincuenta, algunas de sus obras en metal se incluyeron en la Colección Peggy Guggenheim de Venecia, y no tardaron en llegar exposiciones en ciudades y galerías europeas. Venecia seguiría apoyando a Consagra, y el escultor obtuvo el Gran Premio por su medio artístico en la Bienal de 1960. De hecho, entre 1950 y 1993 Consagra participó en la Bienal hasta en once ocasiones. Sus obras empezaron a figurar en las principales colecciones de arte de todo el mundo.

Con el reconocimiento llegaron los encargos y la oportunidad de concebir proyectos —artísticos o culturales— a mayor escala, un ejemplo de lo cual es el museo al aire libre en la reconstruida Gibellina de Sicilia. Cofundado con la ayuda de Ludovico Corrao, la institución se diseñó con proporciones urbanísticas. El último deseo del artista fue que lo enterraran en un cementerio cercano.

Además de sus manifiestos, Consagra siguió escribiendo y publicando obras a lo largo de su carrera, con títulos como L’agguato c’è (1960), La città frontale (1969) y Vita Mia, su autobiografía (1980).

Se han organizado diversas retrospectivas de su obra, entre ellas la de la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma (1989) y una exposición especial con motivo de la inauguración de una muestra permanente (1993); la del Museo del Hermitage de San Petersburgo (1991); y la del Institut Mathildenhöhe de Darmstadt (1997); en 2002 la Galería Municipal de Stuttgart también inauguró una exposición permanente de su obra. Consagra falleció en Milán en 2005.

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