Suzan Drummen nació en Heerlen en 1963. Después de un amplio recorrido académico – Instituto de las Artes de Maastricht (anteriormente Kunstacademie Maastricht, 1982-1987); la Jan Van Eyck Academy en Maastricht (1987-1988); la Rijksacademie van Beeldende Kunsten (Academia Estatal de Bellas Artes) en Ámsterdam (1988-1990); y el Instituto neerlandés en Roma (1990-1991)—, la artista logró definir su intención estética como un sutil equilibrio entre la atracción y la repulsión basado en el reflejo.

La reflexión conlleva luz, un tema esencial de la práctica de Drummen. Primero en la pintura, donde las superficies reflectantes, espejadas o traslúcidas se abren paso en los interiores que le gusta representar. Alrededor del año 2000, sin embargo, la artista decidió manipular físicamente la luz a través de composiciones basadas en objetos. De ahí el uso por parte de Drummen de materiales singulares como el cristal, el metal cromado, las piedras preciosas, los espejos y el vidrio óptico – fijados con pasadores. Este juego perceptivo sobre los materiales genera perspectivas y escalas: una macroescala (a distancia), donde todo parece ordenado y coherente como el diseño de una alfombra; y una microescala (de cerca), donde la abundancia de detalles y estímulos desorienta al espectador. Los resultados son experiencias inspiradas en el mandala que buscan explícitamente abrumar al observador. Suelos, paredes e incluso techos, en ocasiones todos a la vez, se cubren para reorganizar el espacio que los rodea y convertirse en un lugar artístico propio.

Sorprendentemente, Drummen no planea sus intrincados patrones de antemano. Describe su enfoque como inspirado en el emplazamiento: una vez que llega al lugar, deja que el espacio (y principalmente su luz) la guíe hacia un cierto modo de creación.

La artista ha participado en numerosas exposiciones internacionales, se le han encargado diversas piezas públicas y privadas, y ha visto publicados cuatro libros sobre su obra, entre otras formas de reconocimiento.