Vana Xenou nació en Atenas en 1949. Posee una amplia formación académica que abarca prácticas diversas, pero complementarias; estudió pintura, mosaico y escenografía en la Escuela de Bellas Artes de Atenas entre 1968 y 1973; artes decorativas en la École nationale supérieure des Arts Décoratifs de París en 1973; y esbozo a mano alazada en la École nationale supérieure des Beaux-Arts de París, de 1974 a 1978, al tiempo que se formó de manera autodidacta en estética y filosofía.
Su espacio en el arte contemporáneo no se asocia tanto a un lugar geográfico como a un posicionamiento temporal. Apartándose del imperativo innovador de los siglos XX y XXI, indaga en el pasado para expresarse artísticamente. Como artista griega, la historia y los mitos helenísticos constituyen una parte importante e influyente de su bagaje cultural y de su inspiración. Se sienta cómodamente a hombros de gigantes figurados y literales — Gaia, Hades, Axis, Hécate, Narciso y Perséfone se mencionan e invocan en bronce o piedra. Perséfone en particular ocupa un lugar personal en el corpus de Xenou, ya que la artista se identifica con el personaje. Según explica, «cada uno cuenta su historia a través de obras de arte, busca sentido en las esculturas. Me sumo a la idea del paso del tiempo, la definición del presente constantemente en movimiento. Nuestra sociedad, ávida de cinismo y convenciones vanas, está obsesionada con el futuro. «El futuro ya está aquí», afirman los padres de la religión griega. Hay algunos artistas que deciden hoy cuál será el futuro. ¡No lo creo en absoluto! Por el contrario, es necesario mantenerse en el presente, abarcar los dos mundos, el pasado y el futuro, como Perséfone vive entre la tierra y la oscuridad, para permanecer en equilibrio mientras flota sobre su habitación cerrada en un octógono estricto que representa el cielo».
Reducir su contribución a las meras representaciones resultaría, sin embargo, muy limitado. A través de su amplia formación, pluma o lápiz en mano, caminando por los museos y colecciones más prestigiosas del mundo, Xenou ha interiorizado su patrimonio cultural y su familiaridad y lo utiliza para expresar su individualidad y sus visiones del mundo del arte.
De hecho, incluso como docente, Xenou no fomenta la carrera artística desenfrenada hacia la novedad y la búsqueda del triunfo: «Estoy en contra de la revolución cínica de nuestro tiempo. Los dadaístas no eran cínicos, solo querían destruir la vanidad. El arte contemporáneo es a menudo vano, decorativo, ni siquiera radical o reivindicativo, como lo fueron las obras de Marcel Duchamp o Joseph Beuys».
Ubicada entre diversas épocas y mundos, Xenou se encuentra en una posición privilegiada para explorar temas atemporales y universales que han obsesionado a la humanidad desde sus orígenes: la vida, la muerte y la aspiración al renacimiento eterno, interpretados a través de sus propias experiencias y recuerdos.
Xenou reside y trabaja en su Atenas natal, que constituye su fuente de inspiración.