Vasco Montecchi nació en Castagneto di Baiso (Reggio Emilia) en 1938. Tras una infancia llena de estímulos e inmersa en un paisaje rural y montañoso, Montecchi se vio afectado de manera directa por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que lo llevó, con catorce años, a emigrar y aprender oficios en Zúrich, Estrasburgo, Andorra y Burdeos. Se formó como cantero, decorador y carpintero, profesiones que, al menos, le permitieron dar rienda suelta a su afición por la estética y dibujar a todas horas. Sus experiencias en el extranjero influyeron en su estilo, y no resultó sorprendente que la escultura se convirtiera en su medio preferido.
A dondequiera que viajase, era testigo de la supresión de la naturaleza por el ser humano y del incipiente conflicto que ello conllevaba. Empleó una lengua vernácula orgánica que se aplicaría a las creaciones artísticas realizadas. Los materiales de los que disponía Montecchi —terracota, arenisca, mármol blanco de Carrara, mármol de Bardiglio, avellana toscana, rosa portugués, rojo francés, piedra norteafricana y brecha turca— le permitían contar una historia de sus propiedades físicas, una sublimación de su potencia material. Conforme el material se volvía cada vez más resistente y tenaz, Montecchi trabajaba para crear formas etéreas, ligeras, elegantes y sinuosas. Se estudiaban y se estimulaban la tactilidad, la espacialidad y la percepción global, y el objeto renunciaba a un punto de vista preferente para limitarse a existir en relación con el cuerpo en su propio espacio.
El año 1998 supuso una ruptura simbólica en la carrera de Montecchi. Se organizó una exposición antológica en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, que allanó el camino para que, dos años después, su pieza escultórica Forma se incorporara a la colección permanente de la institución.
El año 2014 marcó otro punto de inflexión importante: en octubre se inauguró un museo dedicado al escultor en su Castagneto di Baiso natal. Pero no era un museo cualquiera. Por su diseño y su emplazamiento al aire libre, podría describirse como un «ecomuseo», es decir, una instalación medioambiental representada por un patrimonio histórico y artístico distinto compuesto por elementos tradicionales. El museo presenta un conjunto de obras creadas entre 1975 y 2015 —todas ellas expuestas al aire libre—, junto con actividades de investigación educativa que hacen partícipes directamente a las instituciones y a los habitantes de la comunidad local. Teniendo en cuenta los acontecimientos que obligaron a Montecchi a abandonar su pueblo natal siendo niño, este museo simboliza un hermoso regreso a casa.
