William Crozier nació en Glasgow en 1930. Fue alumno de la Glasgow School of Art de 1949 a 1953 y pasó posteriormente temporadas en París y Dublín antes de establecerse en Londres, donde comenzó realmente su carrera. En la capital inglesa desarrolló su estilo y creció su reputación, con exposiciones en el Institute of Contemporary Arts, las Drian Galleries y la Arthur Tooth & Sons Gallery, instituciones con las que entabló relaciones duraderas. Crozier también fue profesor durante parte de su carrera en la Bath Academy of Art, la Central School of Art and Design de Londres, la Studio School de Nueva York y, finalmente, la Winchester School of Art.
Aunque Londres dirigió su mirada fundamentalmente hacia Nueva York durante la década de 1950, Crozier –orgulloso de ser ciudadano y representante europeo– recurrió al viejo continente en busca de inspiración. La filosofía existencial de la posguerra desempeñó un papel fundamental en su asunción de las influencias europeas. Pasó el año de 1963 en España con el poeta irlandés Anthony Cronin, y realizó sus primeros paisajes mediterráneos. Los viajes posteriores a Auschwitz y Belson en 1969 se reflejaron en los cuadros de esqueletos que se asemejan a los temas y motivos presentes en el neoexpresionismo alemán. El traslado a Cork durante este periodo contribuyó en gran medida a impulsar su creatividad y su productividad.
La renuncia a su puesto de profesor en la década de 1980 llenó a Crozier de motivación renovada, libertad y confianza, y todos estos sentimientos se manifestaron en su trabajo. La estimulación visual proporcionada por sus estudios en West Cork (Irlanda) y en Hampshire (Inglaterra) constituyó un factor igualmente importante.
A lo largo de su carrera, Crozier pintó sobre todo paisajes y naturalezas muertas, y su enfoque de estos géneros evolucionó con sus conocimientos y su estado de ánimo. Colores vibrantes, representaciones atrevidas, pinceladas enérgicas que confieren una calidad abstracta a cualquier imagen son, sin embargo, constantes en su obra y su corpus. En general, sus obras, de gran carga emocional poseen un romanticismo latente. Por otro lado, su comprensión del trabajo lineal y el impulso son lo que realmente distingue una parte de su trabajo.
Se han producido películas y se han escrito libros sobre la vida del artista, como William Crozier de Gordon Smith para Scottish TV (1970) y The Truth About a Painter dirigida por Cian Ó hEigertaigh para RTÉ (1993). Entre las publicaciones destacadas figuran William Crozier con ensayos de S.B. Kennedy y Phillip Vann, de 2007, y William Crozier Early Work de 2010.
Los reconocimientos también llegaron en forma de premios: Crozier recibió el Premio Lissone de Milán en 1958 y la Medalla de Oro Oireachtas de Pintura en Dublín en 1994.
Cabe mencionar dos importantes retrospectivas: en 1991, la Crawford Art Gallery de Cork y la Royal Hibernian Academy organizaron una retrospectiva de su obra. En 2005 se organizó también una importante exposición en Cork (en aquel año Capital Europea de la Cultura) con motivo de su 75 cumpleaños.
Crozier falleció en su casa de West Cork en 2011.
