Estonia

El arte de Pavlos Dionyssopoulos está impregnado de la sabiduría de la antigua filosofía griega, dado que está en constante cambio al igual que la vida misma. Tras estudiar en la Academia de Bellas Artes de Atenas (1949-1953), viaja a París con una beca estatal para estudiar en la Académie de la Grande Chaumière. Este viaje amplía sus horizontes artísticos. Cuando regresa a Atenas, trabaja en publicidad y teatro antes de viajar de nuevo a la capital francesa en 1958 gracias a una beca estatal griega de 3 años (I.K.Y.). Tras establecerse en la ciudad de las luces, se hizo amigo de Pierre Restany y los Nuevos Realistas, que le ayudan a percibir la naturaleza artística en los materiales baratos de la vida cotidiana. El papel, los folletos, los carteles y los trípticos publicitarios se convierten en sus principales herramientas, que rasga en finas tiras. Comunicación masiva a través de productos producidos en masa que promueven el consumo masivo. Los bienes de consumo que se anuncian en los materiales transformados acaban encontrando su camino en su obra, camisas, corbatas o calcetines representados con líneas en espiral, como si fuera una especie de vórtice. ¿Presagios sobre el cambio de perspectiva que se produciría a continuación? Su serie de 28 banderas europeas aprovecha la afición de Dionyssopoulos por el papel de una manera sutil, pero a su vez significativa. Cada bandera representada está cubierta por un filtro de tiras de papel con forma de confeti que cubren el símbolo nacional casi hasta el punto de no ser reconocible (el patrón es el mismo en las 28 banderas). De esta forma, el artista desafía estos símbolos y los une. Pese a que todas las banderas son distintivamente únicas, todas siguen un patrón común. Dionyssopoulos produjo esta serie en un momento en el que cuestionaba la opulencia consumista que le había conducido a su proceso mediante los mismos símbolos y materiales que en su día le cautivaron a él y a nosotros.